Imagine que su médico le dijera: “Salga a correr tres veces por semana y acuéstese con su pareja al menos una vez cada tres días”. Quizá se indignara por la intromisión en la vida privada y tal vez corriera a casa con la receta médica como si fuera Moisés con las Tablas de la Ley.
No es una fantasía tan ridícula como pudiera parecer, a juzgar por los resultados de un estudio recién publicado que trata de medir la energía consumida durante el coito. Con algunos matices, pero no cabe duda de que practicar sexo en pareja quema calorías. Eso sí, no tantas como media hora de footing.
La realidad es que se ha elucubrado mucho sobre el gasto energético del sexo, pero hay muy poca literatura científica que ayude a establecer parámetros claros. Con la idea de aportar algo de información válida, un equipo de investigadores de la Universidad de Quebec quiso medir las calorías que se perdían durante el coito y también la intensidad de ese ejercicio.
Escogieron a 21 parejas heterosexuales jóvenes (entre 18 y 35 años) y sanas (no sedentarias y sin disfunciones sexuales), con la intención de medir ese gasto en condiciones óptimas, y les invitaron a hacerlo hasta que al menos uno de los dos llegara al orgasmo.
La realidad es que se ha elucubrado mucho sobre el gasto energético del sexo, pero hay muy poca literatura científica que ayude a establecer parámetros claros. Con la idea de aportar algo de información válida, un equipo de investigadores de la Universidad de Quebec quiso medir las calorías que se perdían durante el coito y también la intensidad de ese ejercicio.
Escogieron a 21 parejas heterosexuales jóvenes (entre 18 y 35 años) y sanas (no sedentarias y sin disfunciones sexuales), con la intención de medir ese gasto en condiciones óptimas, y les invitaron a hacerlo hasta que al menos uno de los dos llegara al orgasmo.
No es difícil suponer que las parejas son más libres de expresarse sexualmente en casa frente al laboratorio en el que se hicieron hasta ahora los estudios previos. Además, también por primera vez, se calculó el gasto de calorías que supuso este despliegue sexual así como la intensidad del ejercicio realizado.
El encuentro sexual se contaba desde el calentamiento previo, es decir, los preliminares: de media duraron casi 25 minutos (entre 10 y 57 minutos, que fue el más largo), lo que nos ayuda a compararlo con los 30 minutos de jogging.
Como medida de control, habían sometido a estas 42 personas a lo que se entiende por ejercicio: media hora corriendo sobre una cinta a una intensidad moderada, la recomendación estándar de la Asociación Americana del Corazón. Y compararon resultados.
De media, los hombres gastaron 101 calorías por encuentro sexual (4,2 por minuto), mientras que las mujeres quemaron 69 calorías (3,1). Durante la media hora de carrera moderada en la cinta, los hombres habían quemado 276 calorías de media (9,2 por minuto) y las mujeres 213 (7,1).
La intensidad del ejercicio, que se mide en una unidad llamada MET (equivalentes metabólicos), se calculó también con el brazalete dando como resultado unos números más cercanos entre el sexo y el footing: 6 y 5,6 MET en hombres y mujeres al practicar sexo frente a 8,5 y 8,4 MET al correr, respectivamente. “El nivel de intensidad durante la actividad sexual representó más de dos tercios de la intensidad de la cinta de ejercicios.
En conjunto, todos estos resultados sugieren que la actividad sexual puede considerarse, a veces, como un ejercicio importante”, se atreven a concluir los autores en su estudio.
La diferencia radica en que las 42 personas estudiadas coincidieron abrumadoramente en que acostarse con su pareja era mucho más placentero que correr. “Esto puede orientar a los profesionales de la salud a la hora de recomendar hábitos saludables a sus pacientes: resulta más apetecible que pasar 30 minutos sobre una cinta para correr”, concluye el investigador.
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