Para muchos empleados, detenerse por las condiciones del clima simplemente no es posible. Entre charcos, calles anegadas y largas horas en el tránsito, coinciden en que la responsabilidad de llevar el sustento a sus hogares pesa más que las dificultades que impone la tormenta.
“¿De qué manera podemos sobrevivir? Es difícil la situación, tenemos dos opciones, quejarnos o seguir adelante, yo decidí seguir adelante”, expresó Rogelio Guzmán, propietario de un negocio, al explicar que, aunque su calle se encuentra inundada, no puede darse el lujo de cerrar ni detenerse.
En la misma realidad se encuentran motoristas que salen a conchar bajo la lluvia, conscientes de que sus ingresos dependen de cada día en la calle. “El pobre tiene que mojarse y hacer de todo. Tenemos que coger lluvia porque la situación está dura, tenemos que hacerlo obligado para no hacer lo malo”, relató Danny Sánchez, motoconchista.
La escena refleja el sacrificio de cientos de trabajadores que, aun en sectores donde movilizarse se ha convertido en una odisea, mantienen la determinación de cumplir con sus responsabilidades laborales y familiares. Para ellos, la necesidad de producir se impone incluso a la tormenta.
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