Spirit se había acogido a la quiebra el pasado noviembre tras intentar sin éxito fusionarse con otras aerolíneas. Salió de la protección judicial en marzo después de haber intercambiado casi 800 millones de dólares de deuda corporativa por acciones, de acuerdo con el Wall Street Journal.
Destaca además que la aerolínea no renegoció sus contratos de arrendamiento de aeronaves durante el proceso anterior, lo que le dejó enfrentando altos costos de arrendamiento, además de una carga de más de 2.000 millones en deudas.
Con este escenario, su junta directiva llegó a la conclusión de que la empresa necesita otro proceso de Capítulo 11.
«Desde que salimos de nuestra reestructuración anterior, que se centró exclusivamente en reducir la deuda financiada de Spirit y aumentar el capital social, ha quedado claro que queda mucho trabajo por hacer y hay muchas más herramientas disponibles para posicionar mejor a Spirit para el futuro», indicó en el comunicado Dave Davis, presidente y director ejecutivo.
Davis dijo que espera rediseñar su red para centrarse en mercados clave y ampliar sus destinos, frecuencias y mejor conexión; optimizar el tamaño de su flota; mejorar el modelo de bajo costo del que fue pionero y poder ofrecer más opciones «premium» a sus clientes manteniendo precios asequibles.
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