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Ángela Carrasco: Su canto es un río de lirios caudaloso y sereno un legado vivo de la canción romántica

Angela Carrasco Rodriguez no canta: hechiza. No interpreta: transfigura el dolor, la ternura, el amor, la esperanza. Su canto es un río de lirios, caudaloso y sereno, donde la melodía no solo se escucha: se respira.

Nacida en República Dominicana, pero hecha patria en el corazón de la canción en español, Ángela Carrasco ascendió como un cometa luminoso durante una época en que la música romántica exigía verdad, profundidad y presencia. 

Dueña de una voz exquisita, poderosa y versátil, tejió con su arte una estampa inconfundible en el firmamento musical. 

No solo fue una intérprete: fue una musa, un faro, una llama que inspiró versos y melodías.

Camilo Sesto, uno de los más grandes compositores del pop melódico, no solo compartió escenarios y duetos inolvidables con ella —fue también el arquitecto de muchas de las canciones que le escribió como un tributo a su talento. 

En Ángela halló no solo una compañera artística sino un alma que vibraba en su misma frecuencia. Juntos marcaron una época irrepetible.

Su participación junto a Camilo Sesto y Teddy Bautista en la primera versión en español de la ópera rock Jesucristo Superstar fue más que una hazaña: fue una revolución. 

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Carrasco no solo interpretó a María Magdalena, la humanizó, la redimió, la iluminó. Fue entonces cuando la crítica, el público y la historia se rindieron ante su fuerza interpretativa.

Pero Ángela Carrasco no se detuvo. Su voz viajó en duetos inolvidables con gigantes como Celia Cruz, Juan Gabriel, Willy Chirino y Manzanita. 

Supo moverse entre boleros, baladas, salsa, pop… con la misma naturalidad con la que el mar abraza la arena. Cada canción suya es una rosa abierta a la emoción, una declaración de amor a la música.

Y como quien no se cansa de florecer, Ángela nos ha regalado Él y yo, una producción discográfica de una madurez conmovedora, donde la artista vuelve a sus raíces más profundas, pero con alas nuevas. 

En este álbum, que incluye dos composiciones del talentoso autor y cantante uruguayo Daniel Leal, Carrasco ofrece homenajes sinceros y poderosos.

Una de las canciones está dedicada a su amiga, la inmortal Celia Cruz —un tributo entrañable a la reina de la salsa. 

También interpreta una delicada balada escrita por Camilo Sesto, un canto que es a la vez ofrenda y despedida a un amigo y aliado del alma.

Y junto a la joven intérprete española Laia Indika, en uno de los momentos más emotivos del álbum, da voz a las Hermanas Mirabal —las “Mariposas” dominicanas— brutalmente asesinadas por la dictadura de Trujillo. 

En esa canción, Carrasco no solo canta: eleva un canto de memoria, justicia y dignidad, anclado en su herencia dominicana.

Hoy, tras décadas de carrera, Ángela Carrasco ha sido reconocida con el Gran Soberano, el más alto galardón del arte en su país natal, y con el Grammy Latino a la Excelencia Musical, que corona una vida entregada al canto con una estampa de respeto continental. artista: es un legado vivo. Un símbolo de elegancia vocal, de entrega escénica, de belleza que no se marchita.

Escucharla es reencontrarse con la esencia de una época dorada, pero también con una mujer que se ha reinventado sin perder la pureza de su canto. Ángela Carrasco canta y el mundo se detiene. Porque su voz no envejece: florece.

Y así, entre acordes y aplausos, entre duetos legendarios y versos escritos para ella, Ángela Carrasco sigue cantando, sembrando lirios donde antes solo habitaba el silencio.

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