El sarampión, altamente contagioso, había sido erradicado en el país gracias a la inmunización, pero a finales de enero se inició un brote en medio de una caída en las tasas de vacunación y una creciente desconfianza de la población en las autoridades de salud.
Se han confirmado 1.277 casos en lo que va de año, un 60% de ellos en el estado de Texas, indicó la Universidad Johns Hopkins.
Es el mayor número de contagios en Estados Unidos desde 1992.
Al menos tres personas -que no estaban vacunadas- han fallecido a causa de la enfermedad. Entre ellas dos niños pequeños.
Varios expertos sostienen que el balance de casos se ha subestimado y expresaron su preocupación por la falta de reportes.
La última muerte infantil por esta enfermedad en Estados Unidos se remontaba a 2003, tres años después de que se declarara oficialmente erradicado el sarampión gracias a la vacunación.
El último brote de sarampión se registró en 2019 en comunidades ortodoxas judías en Nueva York y Nueva Jersey, con 1.274 casos, pero sin muertes.
El sarampión causa fiebre, problemas respiratorios y erupciones cutáneas, y en algunos casos complicaciones más graves, como neumonía e inflamación del cerebro, que pueden provocar secuelas graves y la muerte.
El secretario de Salud estadounidense, Robert Kennedy Jr., ha sido acusado de empeorar la situación por difundir información falsa sobre la vacuna contra e el sarampión, paperas y rubeola (MMR), por ejemplo, cuando afirmó es peligrosa y contiene restos de fetos.
El brote surgió a finales de enero en una zona rural de Texas donde vive una comunidad religiosa menonita, una población ultraconservadora y con una tasa baja de vacunación.
Los vecinos de Estados Unidos también registraron este año nuevos brotes: Canadá tiene más de 3.500 casos, incluida una muerte. La mayoría en la provincia de Ontario.
Y en México, se contabilizan 2.600 casos y nueve muertes, según la Organización Panamericana de la Salud.
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