Durante una entrevista en el programa Matutino Su Mundo, Escoto reveló que, a nivel mundial, cada tres segundos una persona sufre un ACV, una cifra que convierte esta enfermedad en una epidemia silenciosa, capaz de dejar discapacidades permanentes o provocar la muerte.
Un ACV ocurre cuando se interrumpe el flujo de sangre al cerebro, ya sea por obstrucción (isquémico) o por ruptura de un vaso (hemorrágico). Escoto explicó que el tratamiento debe aplicarse en un período de 4.5 horas para evitar daños irreversibles. “Si se pasa de ese tiempo, el daño se vuelve irreversible”, advirtió.
Se estima que 180 personas por cada 100,000 habitantes sufren un ACV en el Gran Santo Domingo. En una población aproximada de cinco millones, esto representa una carga considerable para el sistema de salud.
Además, la doctora Escoto subrayó que solo entre el 3% y el 5% de los pacientes reciben el tratamiento de revascularización cerebral dentro del tiempo recomendado, pese a que la mayoría de las ARS cubren hasta el 85% del procedimiento.
Centros como el Hospital Cabral y Báez, Salvador B. Gautier, Cedimat, la Clínica Cruz Jiminián, la Unión Médica y Corominas figuran entre los pocos preparados para atender emergencias cerebrovasculares, tanto en el sector público como privado.
La especialista también llamó la atención sobre los factores de riesgo que contribuyen a esta alta incidencia, especialmente en América Latina: baja cobertura de servicios de salud, consumo excesivo de alcohol, cigarrillos, drogas, estrés, vapeo, y sedentarismo.
Destacó además que esta condición no es exclusiva de personas mayores. La incidencia en jóvenes va en aumento debido a hábitos no saludables y condiciones anatómicas como la persistencia del foramen oval.
Escoto subrayó que el 90% de los ACV pueden prevenirse con chequeos médicos regulares, mejor alimentación, actividad física y control de enfermedades crónicas. “El cuerpo necesita revisión. Hay enfermedades que no duelen, y son las más letales”, afirmó.
Finalmente, cuestionó el bajo acceso a consultas preventivas en el país, lo que impide a muchas personas saber si padecen hipertensión, diabetes o colesterol alto. “Si no puedo acceder a un chequeo, ¿cómo sabré si tengo hipertensión, diabetes o colesterol elevado?”, concluyó.
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